Gallito Pericón


Oye, Jaime, ¿cómo cantaba ese pájaro?

Andrés Landero, “La pava congona



Al menos en lo que se refiere a la mitad de su linaje, el Gallito Pericón pertenece a la familia de plantas asteraceae, cuya característica principal son las flores. El Pericón (tagetes lucida) es el hermano pequeño del cempasúchil (tagetes erecta). Se trata de una planta perenne, nativa del país llamado México, donde suele crecer con abundancia en cotas que van de los 800 a 2900 metros sobre el nivel del mar. Su tamaño es de aproximadamente 80 cm de alto y sus tallos, varios, se ramifican a partir de la base, erectos. Cada tallo tiene, en la punta, cinco u ocho flores pequeñitas, amarillas, hermosas, como de día de muertos. En el mes de septiembre, los diminutos pétalos eclosionan y salpican la monotonía verde de los campos, señalando las postrimerías del verano.

Al pericón se le conoce principalmente por ser un condimento muy socorrido, diríase indispensable, a la hora de cocer elotes y preparar esquites, debido a su sabor anisado y al color amarillo con que tiñe las mazorcas. Sin embargo, no se ignoran sus otras cualidades. Según el libro Plantas medicinales de México. Usos y remedios tradicionales (Linares et al., 1999, Instituto de Biología, UNAM, 1999), el pericón “se usa en té como tónico, se recomienda contra diarrea, disentería, empacho, vómito, reumatismo, asma, tifoidea, varices y resfriado; se usa también como antihelmíntico [desparasitante], abortivo, emenagogo [estimulante del flujo sanguíneo en el área de la pelvis y el útero] y carminativo [que favorece la expulsión de gases del tubo digestivo]; el humo de la planta al quemarse se usa para ahuyentar mosquitos.”

Por su parte, la doctora Maria Eva González Trujano, investigadora del Laboratorio de Neurofarmacología en Productos Naturales del Instituto Nacional de Siquiatría Ramón de la Fuente, coordinó en el año 2017 un estudio de laboratorio en el que se corroboraron las propiedades ansiolíticas del pericón, ampliamente conocidas por los usuarios de la planta desde hace siglos, milenios quizá.

La cofradía llamada Farmacopea Biocultural del lago de Texcoco supo del Gallito Pericón el 9 de mayo de 2021 en cierto ejido profundo de la Sierra de Tlalmiminole, donde viven unos amigos que ese día prepararon chimbote, caldo de xoconostle, flor de quiote, mollejas y patas de pollo, además de un buen pulque de piña con apio y una ramita de ruda, lo cual disfrutamos en fraternal sororidad interespecie sin remilgos, pues de eso se trata cuando te dan una beca, ¿sí o no?

En eso estábamos, bajo un ocote, hablando del inicio de la temporada de lluvias, cuando nuestro anfitrión dejó lo que estaba haciendo (acomodando las pencas secas de maguey para encender la hoguera del chimbote) y se sentó en un arriate a forjar un gallo y descansar un momento.

—Aquí cuando llueve sale un hongo que le decimos pochontete, otros lo llaman hongo bola y es de este pelo —hizo un gesto con las manos para indicar la dimensión de un balón de fútbol —. Nosotros hacemos pizza de pochontete, o lo rellenamos con epazote, chile y mantequilla -dijo y se concentró en la delicada forja de un porro gigante al que yo vi, lo confieso, con lascivia.

Es costumbre obligada entre los miembros del Club Internacional de los Haschischins, que cuando veas a alguien prepararse un toque, debes imitarlo. Entonces saqué de mi cangurera un poco de hierba y papel de celulosa. Al darse cuenta de lo que yo hacía, el amigo anfitrión me recomendó ponerle pericón molido a mi gallito, como él acababa de hacer, y me dio unas ramitas secas de esa planta. Así fue. Cuando lo encendí y aspiré el humo, la fragancia anisada, avainillada y mentolada del pericón atemperó el buqué un tanto áspero y de embriagadores resabios fecales que caracteriza al cannabis. Maridaje perfecto de saberes herbolarios, ayuntamiento ornitológico de cuyo huevo salió el Gallito Pericón, pájaro elegante de humoso plumaje y canto platicador que al menor descuido se vuelve guapachosa melodía ansiolítica ya corroborada por los científicos. ¡Canta, Gallito Pericón, como canta la Pava Congona en la montaña!